La importancia de su firma
Hoy me dirijo a Vd. que se ha decidido por una firma ligera, de trazos escuetos, ágil y de poca envergadura; que prefiere no plasmar su nombre, representándolo o sustituyéndolo por unas líneas que, sin duda, realiza sin esfuerzo porque su escaso recorrido le permite firmar más y más deprisa.
Después me dirigiré a Vd. que complica los trazos de su firma sin escatimar tiempo ni esfuerzo, y más tarde, a Vd. que realiza una firma sencilla, con su nombre y poca rúbrica.
Entiendo, por supuesto, que cuando es obligado realizar muchas firmas en poco tiempo, se hace necesario acortar el trazado, simplificando al máximo en pro de la celeridad. Sin embargo, le sugiero que cuando esté realizando (posiblemente de forma automática) esas líneas informales, ágiles, despreocupadas, se detenga un momento y piense:
¿Cuántos ensayos necesitará alguien que lo pretenda para reproducir estos rasgos? ¿Y cuán hábil ha de ser?
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